Junto a Augusto Nicolás Calderón Sandino, Félix Rubén García Sarmiento es una de las figuras nicaragüenses de mayor referencia a nivel nacional e internacional. Con su eminente labor intelectual, aumentó notablemente el tesoro literario de los pueblos que hablan el idioma español, contribuyendo así, de manera eficaz, al buen nombre de Nicaragua.
Nuestro poeta, periodista y diplomático, mejor conocido como Rubén Darío, nace el 18 de enero de 1, 867 en Metapa, ahora Ciudad Darío Nicaragua. Es el máximo representante del modernismo literario en lengua española. Darío fue el poeta patriótico que, con su pluma, su verso y pensamiento, supo exteriorizar además del romanticismo, el erotismo, el verso alejandrino y el simbolismo, su fervoroso patriotismo y orgullo de ser nicaragüense.
Darío en su búsqueda siempre estaba experimentando diferentes estilos y temáticas de mucha valía. Sin duda aborda problemas que nos atañen a todos, aun en nuestros días. El poeta señala de manera puntual las crisis políticas, problemas sociales y fenómenos culturales. Y es evidente que el poeta, con síntomas de fin del Siglo XIX, viviese en una época llena de crisis e insatisfacción, señala Soza Cano (2018).
Sus reflexiones pedagógicas se pueden encontrar brevemente en los libros de crónicas Parisina, Todo al vuelo, Opiniones, España contemporánea y El viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical, que son a la vez una muestra de sus andanzas como «peregrino de arte de americanas tierras» como él lo afirmó.
A la edad de 17 años, Rubén Darío escribe un poema dedicado a la maestra Emilia C. Day, directora del Colegio de Señoritas de Granada. En los versos muestra su devoción a aquellos que hacen de la educación una realidad: ¡Maestra! Después de Dios / y de nuestros padres, que / nos brindaron vida y fe / lo debemos todo a vos // Lleváis la pesada cruz / del duro trabajo; pero / nos guiáis por el buen sendero / y nos hacéis ver la luz: // esa luz que es verdad, luz de suma excelsitud; / esa luz que es la virtud, / ¡Luz de eterna claridad!
Desde la perspectiva de Vargas Rodríguez, la didáctica de su aprendizaje fue su pasión por la vida:
Sus enseñanzas vividas son para todas las épocas y generaciones, innovador pedagógico de la belleza poética. Sus escritos son una invitación al pensamiento crítico y cosmopolita. Hoy se habla de la pedagogía del amor, del juego lúdico como método de aprendizaje, de la educación humanista, ya Rubén lo tenía claro cuando escribió: «no se quite a los niños nunca, jamás, los tesoros de la risa y del ensueño», indica.
Adicionalmente, refiere que Rubén fue un educador para la paz, por cuanto escribe en su poema «Ser justo y Bueno»:
«Hemos de ser justos, hemos de ser buenos,
Hemos de embriagarnos de paz y amor,
Y llevar el alma siempre a flor de labios
Y desnudo y limpio nuestro corazón.
Hemos de olvidarnos de todos los odios,
de toda mentira, de toda ruindad
hemos de abrasarnos en el santo fuego
de un amor inmenso, dulce y fraternal.»
En otro orden, Soza Cano indica que la experiencia escolar de Darío fue fugaz. Luego de aprobar la educación primaria con el profesor y poeta, don Felipe Ibarra, inició estudios secundarios en el Instituto de Occidente (1881), época en la cual el poeta recibe una transformación espiritual por la influencia del profesor Josef Leonard.
Se debe destacar la capacidad autodidacta de Rubén Darío. A los 17 años el joven poeta llegó a la Biblioteca Nacional donde aprovecha para cultivar sus ansias de conocer el mundo literario. La Biblioteca Nacional fue su verdadera Universidad. Él cuenta en su Autobiografía que se aprendió de memoria el Diccionario de Galicismos de Baralt. Ahí, a los 14 años, inicia los estudios del inglés, francés y el latín con ayuda del profesor Antonio Aragón. A los 19 años decide viajar a Chile. Él no culmina sus estudios secundarios, pero ya está preparado gracias a sus lecturas de libros, periódicos y revistas, como lo sostiene el profesor Coloma González.
En 1907, Rubén Darío regresa luego de una larga estadía en el extranjero. Tiene metas establecidas, quiere ingresar a la universidad para prepararse como diplomático o educador. Así lo manifiesta en una carta, «he asistido desde hace seis meses a las clases de derecho público e internacional de la Universidad dirigidas por don Jorge Huneeus […] comprometiéndome por medio de un contrato a estar a las órdenes de ese mismo gobierno para la enseñanza o servicio que se necesiten» (Coloma, 1996, p.16).
Resulta interesante cuando Darío retorna a su patria, pues comprendía la importancia de la educación para los nicaragüenses. Sabía, por experiencia propia y sus vivencias en el extranjero, que la formación académica es el único camino para la libertad de un pueblo, así como afirmaba el poeta cubano y revolucionario José Julián Martí Pérez «Ser culto es el único modo de ser libre». Efectivamente, si buscamos en la obra dariana, encontraremos los consejos que le da a un grupo de jóvenes leoneses sobre que estudiar en un país agrícola; la cita: «era útil para la República —apunta Darío— que hubiese un ejército de laboriosos hombres prácticos, industriales, traficantes y agricultores». Es más, para afirmar su visión de desarrollo económico le orientó al poeta Antonio Medrano: «Crezca nuestra labor agrícola, aumentase nuestra labor pecuaria, engrandézcanse nuestras industrias y nuestro movimiento comercial bajo un gobierno atento bajo el amparo de un gobierno atento al nacional desarrollo», cita Soza Cano (2018), en su disertación.
Darío en sus versos describió, además, las características de su pueblo: alegre, aguerrido, vibrante, altivo, lleno de cultura, de historia, de belleza y de amor. Por otra parte, no solo en sus versos se vio reflejado su amor hacía su patria, sino durante toda su vida, en sus distintas facetas, como Periodista y Diplomático, supo llenar de orgullo y defender a su nación, a través de su pensamiento y corriente literaria.
Darío muestra su sentimiento entusiástico en una de las frases más populares de las y los nicaragüenses: «Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña», expresado en el Poema “Retorno”, incluido en la obra El viaje a Nicaragua, e Intermezzo Tropical, del cual compartimos dos fragmentos:
«…Pueblo vibrante, fuerte, apasionado, altivo;
pueblo que tiene la conciencia de ser vivo,
y que, reuniendo sus energías en haz
portentoso, a la Patria vigoroso demuestra
que puede bravamente presentar en su diestra
el acero de guerra o el olivo de paz…»
«…Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña.
Mis ilusiones, y mis deseos, y mis
esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña.
Y León es hoy a mí como Roma o París…»
Otro poema brillante dedicado a su nación se titula «Nicaragua», en el cual llama «Madre» a su agraciada tierra:
«Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño
tantas rubias bellezas y tropical tesoro,
tanto lago de azures, tanta rosa de oro, tanta paloma dulce,
tanto tigre zahareño.
Yo te lo agradezco en que forje; mi empeño,
la caja de armonía que guarda mi tesoro,
La peaña de diamantes del ídolo que adoro
y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño».
Darío es uno de los artífices de la identidad latinoamericana porque desde América Latina es capaz de innovar la lengua española europea, y se identifica como un latinoamericano, como un nicaragüense, como un centroamericano con un pensamiento unionista, me parece que es importante recordar esto porque ocurrió a finales del siglo XIX (…) Darío es uno de los artífices que contribuye, a fines del siglo XIX y principios de XX, a crear un pensamiento propio porque es capaz, desde América Latina, influir en la lengua española a nivel universal (…) implica no solamente la innovación literaria sino que incursionar en la innovación del pensamiento, la cultura y los distintos enfoques sobre los distintos ámbitos que Rubén Darío hace. (Bautista Lara, 2019)
«Si optamos por leer bien para aprender a escribir mejor, leamos primero al Maestro de Nicaragua, al primer maestro de Hispanoamérica, a Rubén Darío, porque Rubén Darío es el punto de partida de nuestra cultura nacional y meta de llegada de nuestra Universalidad escolar» Recordemos como dice Rubén Darío en el cuento «La novela de uno de tantos»: «Lee tú mi cuento, joven bullicioso que estas con el diario –Hoy el teléfono– en la cama, sin levantarte aun, a las once del día. Lee estos renglones si eres rico, y si eres pobre y estudiante, y la esperanza de tus padres, léelos dos veces y ponte a pensar en el enigma de la esfinge implacable», refiere Soza Cano.
Rubén es, pues, nuestro educador en el sentido más amplio y noble de la palabra. Su obra es rica en pensamientos y principios susceptibles de integrar nuestra filosofía educativa, conjunto de fines y objetivos para el quehacer educativo, cultural y cívico de nuestro pueblo, inspirador del arquetipo de hombre y de ciudadano que tan urgentemente necesitamos. Si se le conociera mejor «podría… ser casi un modelo de vida, de enriquecedora humanidad», como expresa el académico, Dr. Jorge Eduardo Arellano.
Referencias
Arellano, J. (2020). Rubén Darío en Managua. https://www.mined.gob.ni/biblioteca/wp-content/uploads/2020/01/CRD_-No-8-Rub%C3%A9n-Dar%C3%ADo-en-Managua.pdf
Bautista Lara, F. (2019). Tres grandes aportes de Rubén Darío. https://franciscobautista.com/2019/03/18/tres-grandes-aportes-de-ruben-dario/
Coloma González, F. (1991). Rubén Darío. Antología: Verso y prosa. Limusa.
López, A. (2015). Didáctica de la vida y obra de Rubén Darío. https://revistatorreonuniversitario.unan.edu.ni/index.php/torreon/article/download/138/177/365
Soza Cano, A. (2018). Rubén Darío y la educación: Una mirada contextualizada. https://chontales.unan.edu.ni/index.php/ruben-dario-y-la-educacion-una-mirada-contextualizada/
Vargas Rodríguez, J. (2024). Rubén Darío, el educador de todos los tiempos. (Inédito)
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